lunes, 4 de agosto de 2014

Richard Hamilton y la ley de la gravedad


Tras pasear durante toda la mañana por la exposición de Richard Hamilton en el Reina Sofía, llego a la conclusión de que comparto con él un punto de vista para observar e interpretar el mundo: ambos creemos que sobre cada punto gira y descansa todo lo que le rodea, que cada instante encierra la vida entera que lleva hasta él. Es uno de los principios que dan vida a mi literatura: la descripción de un instante contiene, al menos, todas las claves del observador. Cada palabra da testimonio de nuestra versión de los hechos.

Hamilton se expresa como artista condensando en el instante que captura la obra todo el territorio de lo contemporáneo. Ello es especialmente elocuente en el modo en que los interiores retratan su tiempo; por ello dice que cada detalle del interior de Las Meninas de Velázquez "es un testimonio de la historia de España". Y de ese modo se eleva a la categoría de arte el panteón con que el consumo y la cultura de masas ha poblado nuestros altares paganos.

El punto de vista de un artista genial como Hamilton permite, por la sola obra de su mirada, superar la banalidad inane de este mundo que aspira a fotocopiarse a sí mismo en todos sus rincones. Él nos dice que le gustaría pensar que "el propósito de mi arte es la búsqueda de lo épico en las actitudes y los objetos cotidianos". Yo creo que para que cada día sea un acontecimiento épico basta con enfrentarse a él declarándose insumiso a la ley de la gravedad. Para eso nos sirve el arte contemporáneo. No hay mejor refutación del aburrimiento y el conformismo.












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